Año: 2019
Estudio: Fntastic/Eight Points
En español: Sí
Multijugador: Sí (coop)
Editor: No
Puntuación: 4
Los supervivientes de un accidente de avión en lo más profundo de Alaska tratan de no sucumbir al intenso frío, el hambre y los animales salvajes que merodean en el bosque cubierto de nieve, con la esperanza de regresar a la civilización, cuando descubren que sucesos mucho más peligrosos e inexplicables han venido produciéndose en esa región. Así comienza The Wild Eight, un videojuego que combina supervivencia y aventura, con un mapa muy amplio, bastante libertad de movimientos y unos gráficos relativamente simples.
Primero, un inciso. Hace poco (en el momento de escribir esta reseña) los desarrolladores originales de este videojuego, el estudio ruso FNTASTIC, se han visto envueltos en una fea polémica a cuenta de su nuevo título, The Day Before, que tiene toda la pinta de ser un verdadero pufo. Los aficionados la han tomado contra el resto de juegos de esta gente, incluido otro bastante simple que ya reseñé, Radiant One, y el que hoy nos ocupa, llenándolos de reseñas negativas, en mi opinión injustas. Un juego será bueno o malo por sí mismo, no por la catadura moral de sus creadores. Además, por lo visto los de Fntastic ya dejaron a medias The Wild Eight en 2017, poco después de financiadlo por crowdfunding en Kickstarter, y fue la distribuidora la que tuvo que encargarse de completarlo (vamos, que ya apuntaban maneras).
Bien, volviendo a juego, a priori suena muy similar a Distrust, que ya reseñamos aquí y que es un poco anterior (de 2017). Tanto la temática general como los gráficos y el uso de objetos son realmente parecidos, y las diferencias estriban sobre todo en el enfoque. Para empezar, en The Wild Eight la parte de supervivencia no es tan dura. A ver, el hambre y el frío pueden acabar con nosotros, pero eso sobre todo ocurre al explorar. Si nos quedamos en una zona tranquila (especialmente en el lujoso bunker que aparece al poco de comenzar) es bastante sencillo sobrevivir de forma indefinida. Tampoco hay necesidad de dormir ni un medidor de cordura o estabilidad mental que se vea afectado por los sucesos del juego. En ese sentido, es menos estresante y puedes planear con cierta comodidad tus próximos movimientos (en Distrust vas todo el rato como pollo sin cabeza saqueando armarios para no palmar).
En compensación, la parte de aventura es más abierta. Tenemos una misión principal (que no está relacionada con el accidente de avión, tócate las narices) y luego podemos descubrir objetivos secundarios, pero en muchos casos no tenemos claro dónde hay que ir, y simplemente vamos explorando el mapa hasta que aparece un enclave que podamos explorar. Entre medias podemos talar árboles, picar mineral, cazar animales y construir o encontrar una amplia variedad de equipación y armas (aunque, honestamente, el sistema para disparar armas a distancia es horrible). Entre los peligros, aparte de los animales salvajes, encontraremos monstruos de varios tipos y criaturas radiactivas, e incluso otras surgidas de la materia oscura, cosa que no tiene mucho sentido pero, al menos, añade un peligro "sobrenatural" de un extraño tono cromático que me ha recordado al color surgido del espacio de Lovecraft.
Cuando palmamos (que sucede a menudo, principalmente por ataques de bichos) no es el final. Por suerte, lo único que ocurre es que los objetos que llevemos se quedan ahí y nosotros "renacemos" en el búnker. No tiene sentido ni lógica, si siquiera dentro de la narrativa del juego, pero no seré yo quien se queje. El mapa de exploración es semialeatorio, en el sentido de que los detalles de cada casilla del mapa varían entre una partida y otra, pero los lugares importantes son siempre los mismos y están más o menos por las mismas zonas. Por otro lado, el juego permite (y yo diría incluso que promueve) el juego cooperativo, en el que cada jugador escoge uno de los ocho personajes disponibles (de ahí viene lo de "wild eight", se me había olvidado explicarlo), cada uno con sus pequeñas ventajas como suele ser habitual en este género, y colaboran en las facetas del juego (en particular, el combate es mucho más asquible entre varias personas).
La historia en sí me ha parecido un tanto deslavazada, aunque también es cierto que no he llegado hasta el final. Los lugares que podemos investigar están interesantes, pero no parece haber una conexión clara entre ellos, como si los programadores los hubieran desarrollado un poco cada uno por su cuenta (que bien podría ser el caso). Y entre uno y otro hay largas fases de exploración del bosque nevado que acaban resultando repetitivas. El juego implementa un ciclo de día/noche y condiciones climáticas variables, lo que obliga en muchos casos a pasar la noche junto a una improvisada hoguera para no helarnos, aunque estrictamente hablando no es necesario (ni conveniente) dormir, retrasando aún más el avance. No digo que esté mal, porque admito que es realista, pero al final cansa. Para evitar hasta cierto punto esos largos trayectos a pie de un lugar a otro, resulta que existe una especie de red de metro por el subsuelo, cosa que suena aún más absurda que todo lo anterior. Pero de nuevo no me quejo si me ahorra días de "walking simulator".
Por ir resumiendo, que se alarga mucho la reseña, The Wild Eight es un interesante juego indie de supervivencia y exploración, con unos gráficos "low-poly" resultones, muchas opciones de personajes y equipo, y que no nos pone las cosas demasiado difíciles, pero que en conjunto no está tan bien pulido como habría sido deseable. Es cierto que hay algunos bugs, como leeréis en otras críticas, pero no he encontrado ninguno terrible o que no se arregle saliendo y cargando. Eso sí, el precio oficial es excesivo, como poco esperad a que esté (muy) de oferta para comprarlo.
Similitudes razonables con...
 Distrust |
 Don't Starve |
 Overland |
No hay comentarios:
Publicar un comentario